LA LEYENDA DEL CULO DEL MORO
EL TESORO DEL CASTRO
Hola, me llamo David, y aunque no nací en Sanabria, me siento tan Sanabrés o más que si lo hubiera hecho, mis padres, abuelos, bisabuelos demás ancestros, hasta donde yo conozco, si nacieron y vivieron en esa comarca, hasta que la situación social de los años cuarenta obligó a muchos sanabreses a emigrar en busca de trabajo y futuro, causa de mi nacimiento fuera de esa querida tierra.
Durante mi infancia, aunque vivía en Madrid, todos los veranos los pasaba en mi pueblo, Castellanos de Sanabria, en casa mis abuelos maternos, con los que convivía de la mañana a la noche. En esa época no había televisión, ni ordenadores, ni videoconsolas (afortunadamente), por lo que cuando se hacía de noche, tras un largo e intenso día de juegos, baños en el río, “aventuras” con los amigos, etc., y después de cenar, la familia se reunía alrededor de la “lumbre”, y cuando terminaban las noticias de Radio Nacional (que era la única emisión que se lograba sintonizar), toda la familia dedicaba un rato a charlar de las cosas cotidianas, de lo ocurrido durante el día, de los planes para el día siguiente, de los familiares, etc., era un momento muy agradable, yo tenía la costumbre de sentarme en las piernas de mi abuelo Manuel, al lado del fuego, y escuchar lo que se hablaba, esperando a que, como siempre, mi abuelo empezara a contarme cosas de sus tiempos de mozo, de su estancia en Cuba, y sobre todo las canciones que recordaba, y las leyendas de la zona, que a su vez le habían contado a él cuando era niño.
Una de estas “leyendas” o tradiciones, la que más despertaba mi imaginación y más veces le pedía que me contara, hacía referencia a un pequeño monte que se encuentra en el término de Castellanos de Sanabria, en la raya con el vecino pueblo de Triufé, el monte “Castro”. En lo alto de dicho monte existe una roca, que se conoce como “ El culo del moro”, la cual tiene labrada la forma de unas “posaderas”, con un pequeño agujero cilíndrico en el centro, y que según cuenta la leyenda era utilizado por el rey moro, para sentarse y desde allí divisar sus posesiones y sus gentes, ver desfilar a sus ejércitos, etc.
Al parecer, cuando en la época de la reconquista los ejércitos cristianos llegaron a la zona de Sanabria, los moros que allí vivían tuvieron que salir huyendo a toda prisa, sin tiempo para llevar con ellos sus tesoros, por lo que decidieron esconderlos todos en una cueva que según se dice existe en el interior del monte, cegando luego la entrada y huyendo, con la esperanza de volver algún día a por ellos, si las tornas de la guerra cambiaban. La historia no dice que esto no ocurrió, no volviendo más los moros a aquellas tierras, que se repoblaron con gentes de otras provincias cristianas (quizá de aquí provengan nombres de algunos pueblos como Asturianos, o el mío, Castellanos. y olvidándose con el tiempo el emplazamiento de la cueva, y los tesoros que en ella se albergaban, recordándose sólo por algunos pocos, que lo contaban como una leyenda de padres a hijos.
Aunque la inmensa mayoría de la gente del pueblo piensa que solo son cuentos, lo cierto es que, a lo largo de los años, más de uno se ha pasado horas y días cavando cerca de la piedra del ” culo del moro”, entre ellos yo y mi amigo Miguel Ángel, con la esperanza de encontrar la entrada de la cueva o algún objeto que nos demostrara la posible veracidad de la historia, y los rumores afirman que alguno de los que cavaron si encontraron algunas joyas y otros objetos, pero esto también pasa a formar parte de la leyenda.
Mi abuelo también me contó que él recordaba que cuando era joven, y mientras se realizaban las labores de la labranza en ese monte, una vaca se hundió en el suelo, como si allí el suelo estuviera hueco, y cuando se pudo sacar al animal, se pudo ver dicho hueco, pero un corrimiento de tierra volvió a taparlo con tierra y piedras, por lo que la gente pronto volvió a olvidarlo y no se dio más importancia al hecho.
En fin, yo sigo confiando en que algún día aparezca la cueva, y espero estar allí para verlo. Esta es la leyenda, y tal y como me la contaron la cuento.
David SEOANE SOTILO