En nuestro artículo mensual, vamos a hablar de la leyenda en torno al lago de Sanabria.
Se dice , se cuenta que Hace muchos años, en el lugar que hoy ocupa el lago de Sanabria existía un pueblo llamado Valverde de Lucerna, rodeado de tierras fértiles y productivas, la gente del lugar era egoísta, y de actitud poco solidaria y caritativa.
La noche previa a la fiesta de San Juan, una noche lluviosa con truenos y relámpagos, una sombra se mueve lentamente en dirección al pueblo, el relámpago ilumina su vieja capa de lino, se apoya en un bastón del que cuelgan dos conchas, es alto, de barba larga y abundante cabello.
Cansado, hambriento y aterido de frío decide abandonar el pueblo, a la salida del mismo, en un altozano, ve un horno de leña, donde se encontraban unas mujeres cociendo pan, les pregunta si puede entrar, a lo que ellas acceden. Una vez que le han dado de comer el hombre se despide de las mujeres recordándoles que se queden en el horno, una vez que ha llegado a las afueras del pueblo pronuncia esta frase:
– «Aquí clavo mi bastón, aquí brote un gargallón».
En el lugar donde clava el bastón empieza a brotar un gran caudal de agua, a las pocas horas el pueblo de Valverde de Lucerna queda totalmente inundado.
Al día siguiente, el sol ilumina el valle y un gran lago cubre lo que antes era el pueblo, solamente una pequeña isla en el lugar donde estaba el horno de leña sobresale del agua.
Días más tarde un vecino con la ayuda de una pareja de bueyes «Redondo» y «Bragado» intenta sacar del fondo del lago las dos campanas de la iglesia, consigue sacar una pero la otra permanece en el fondo.
El día de San Juan (24 de Junio), las personas que son caritativas y generosas, se dice que oyen el tañido de la campana que reposa en el fondo del lago.